DESANDAR
Desandar
para asir el tacto suave
de
una senda cubierta de amapolas.
Aspirar
el hechizo de las horas
ausentes
de pecados capitales.
Moverse
en el compás inigualable
que
los prados proyectan con sus hojas
más
puras y lozanas, como alondras
sujetas
a pasadas realidades.
Sin
ánimo de huir hacia el vacío,
recuperar
el don que nos enlaza
a
sutiles encantos sensitivos.
En
la cálida unión del sol y el vino,
brindar
con un gran sorbo de luz blanca.
Desandar, y vivir lo no vivido.
*
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