Surgiste
de la noche sin desvío
como
faro alumbrándome la senda
donde
amarnos supuso dulce ofrenda
y
soñar una nube de rocío.
Navegantes
del agua de aquel río
pintamos
con sabores la leyenda:
ternura
de pasión, febril contienda,
a
salvo da caer en el vacío.
Pasado,
ya presente, porque el fuego
es
orla del espléndido paisaje
que
sacia nuestra sed de cada día.
De
mi mano a la tuya, con sosiego,
la
luz se nos transforma en un ramaje
donde
canta tu flor junto a la mía.