Sosteniendo
vivencias, con holgura,
atesora
el perfume más divino
madurado
con ágapes y vino
de
unas cepas colmadas de ternura.
Sus
miradas, con puntos de sutura,
descubren
el regalo vespertino
al
traspasar la línea del destino
y
citarse su amor con la aventura.
Ella
aprende del árbol centenario
el
empaque sereno, su murmullo
de
pájaros que emigran y regresan.
Con
la venia del tiempo un ideario
ha
cosido a los bordes del arrullo
porque
lunas y soles no le pesan.
Exquisitez de soneto, que llega de la mano de una de las más exquisitas y enormes poetas que conozco. Sabes bien, Pilar, que eres y siempre has sido mi guia y mi maestra. Mil gracias por estar siempre al alcance de mi alama y de mis ojos.
ResponderEliminarAbrazos mil. Gracias, siempre.
Querida Candela: nunca necesitaste maestros porque tu talento se desborda. Sabes cuánto te admiro y aprendo de ti. El agradecimiento es mútuo y el cariño también.
ResponderEliminarUn abrazo enorme, amiga POETA.
Pilar